Los Quesitos de Anabel nacen en una pequeña granja escuela en Gran Canaria, donde Anabel, joven ganadera, abre las puertas de su mundo a familias y niños para que vivan, aprendan y disfruten junto a sus cabras. Este proyecto une tradición, educación y ternura, y su packaging convierte esa vivencia en un recuerdo que se lleva a casa.
El envoltorio, sencillo y honesto, consiste en un papel blanco impreso en blanco y negro con los rostros reales de las cabras de la granja, fotografiadas en una sesión especial. Así, cuando los visitantes compran el queso, reconocen a los animales con los que compartieron la mañana. No son imágenes de stock: son sus cabras.
El diseño se completa con una pegatina de color vivo, distinto para cada tipo de queso, y un lettering dibujado a mano que transmite cercanía, alegría y autenticidad. Esta solución gráfica, económica y eficiente, reduce costes y materiales sin renunciar al impacto emocional.
El resultado es un packaging memorable que conecta con niños y adultos, protege el producto y prolonga la magia de la visita. Los Quesitos de Anabel no solo saben bien: saben a verdad, a tierra, y a los momentos felices vividos entre cabras y sonrisas.